martes, 4 de noviembre de 2014

23  (Suburbial)

El martillo del obrero,
En algún lugar del barrio,
Insiste en doblegar la crisis,
Y lo que tiene a sus pies.
Otros rebeldes bajan por la calle,
Hacia las manifestaciones,
Automovilistas indiferentes,
Suben a las autopistas con peaje.
Caravanas de semidesnudos,
Toman la ciudad frenética,
Bajo el sol perpendicular del verano.
Sedienta y en un desierto sin fin,

Solo unos pocos ven,
Como mueren las hojas,
Y se marchitan las esperanzas.
Agobiados ante los núcleos de tormentas,
Fulminados por cohetes antigranizo,
Y ya no lloverá...

Los autobuses parten casi vacíos
Del terminal silencioso.
Sólo el mar en las mentes de los que ascienden,
Se agita y fluye azul,
En la Atlántida lejana y feliz.

Y en aquel que amasa el tiempo,
Para que no sea tan lento,
Y se lleve la crisis de fin de siglo.

En el rincón,
De una casa de barrio
Hasta donde llegan los golpes del martillo,
De un obrero que no piensa en el océano,
Cuenta el adolescente las monedas,
Para  llegar al mar.


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