23 (Suburbial)
El martillo del
obrero,
En algún lugar
del barrio,
Insiste en
doblegar la crisis,
Y lo que tiene
a sus pies.
Otros rebeldes
bajan por la calle,
Hacia las
manifestaciones,
Automovilistas
indiferentes,
Suben a las
autopistas con peaje.
Caravanas de
semidesnudos,
Toman la ciudad
frenética,
Bajo el sol
perpendicular del verano.
Sedienta y en
un desierto sin fin,
Solo unos pocos
ven,
Como mueren las
hojas,
Y se marchitan
las esperanzas.
Agobiados ante
los núcleos de tormentas,
Fulminados por
cohetes antigranizo,
Y ya no
lloverá...
Los autobuses
parten casi vacíos
Del terminal
silencioso.
Sólo el mar en
las mentes de los que ascienden,
Se agita y
fluye azul,
En la Atlántida lejana y
feliz.
Y en aquel que
amasa el tiempo,
Para que no sea
tan lento,
Y se lleve la
crisis de fin de siglo.
En el rincón,
De una casa de
barrio
Hasta donde
llegan los golpes del martillo,
De un obrero
que no piensa en el océano,
Cuenta el
adolescente las monedas,
Para llegar al mar.
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