Suburbial, es un concepto que aparece a fines de la época medieval. Es el ámbito que rodea al castillo del señor, y que a partir de la expansión de la propiedad, la
relativa paz y el resurgimiento económico; albergará a los individuos, que
perteneciendo al feudo, no consiguieron espacio físico en el interior de la
fortaleza. Caballeros, mercaderes, profesionales y artesanos, también nutrieron estos suburbios, atraídos
por la prosperidad feudal, poco antes de entrar en decadencia, para fragmentarse y concentrarse en los nuevos estados mercantilistas. Habitar en los
suburbios, significó una experiencia psicológica nueva. Una situación de
inseguridad, desamparo y diferenciación con respecto a los que residían al interior de los muros. De este nuevo estilo de vida, surgió también un tipo
humano nuevo. Opuesto, en muchos sentidos, al individuo que residía en la
ciudad fortaleza, en el centro, como se dirá después. Cuando la ciudad se abra
al que reside en los límites, se notarán las diferencias. Como el centro
necesita del que habita en la periferia, creará una imagen de aceptación
universal que no se realizará nunca en los hechos. Sólo en lo superficial,
nunca en la profundidad de los actos. Esto se evidenciará en la insolidaridad y
en la injusticia. Casualmente, los indiferentes a lo marginal, también lo
fueron y lo son, indiferentes a la naturaleza. Los que por
diversas razones, arriban tardíamente a las urbes, deslumbrados por sus
promesas, se encuentran con la realidad de los suburbios. Allí, las ilusiones
se desvanecen y deben ser reconstruidas, adaptadas, con otros parámetros y
voluntades. "Suburbial", es la experiencia poética de una idea, de
una ilusión desilusionada y vuelta a construir. Es la necesidad de expresar lo
injusto de lo suburbial, no del suburbio mismo (ámbito donde sin embargo,
sobreviven valores como la solidaridad, difíciles de hallar en las grandes
ciudades).
Es la región
anímica desde donde se ve, se huele y se siente la fascinación por el centro de
la urbe. Región a la que todos quieren acceder y pertenecer; para luego
abandonarla, por fracaso, insatisfacción, desarraigo y marginalidad. Condiciones propias de una urbe que se siente invadida por lo que ella misma atrajo y rechaza.
Bajo la sombra
de las nubes.
Junto a un
bosque de paraísos.
Sobre una
alfombra verde.
En el parque de
los sueños rotos.
Juegan unos
perros abandonados.
Donde la ciudad
pasea su indiferencia.
En un espacio
de perfumes universales.
Contemplo la
impiedad urbana.
Llora un niño,
suspira una mujer triste.
Luces y
lágrimas sobre la hierba húmeda
De tierras
ignoradas y marginales.
Del interior de nuestra propia miseria.
Buscan un
resquicio en las ciudades.
Perecen en los
espacios suburbanos.
Gimen bajo los
puentes de la indiferencia.
Otro día me
detengo. Se ha quedado solo.
Viene y se
entrega sumiso.
Venzo mi propio
dolor y lo acaricio.
Ya es tiempo de que tenga un amigo.
Poema 13
13
Si hubiéramos
sabido lo del tiempo.
Nos habríamos
quedado para siempre...
En tu patio de
sol.
Compareciendo
bajo el parral.
Prolongando la
pausa de la siesta
Eternamente...
Imaginando las
cosechas.
El aroma de tus
rosas blancas.
La embriaguez,
la inocencia
Y la paz del
jardín.
Aquellas nubes
de silencio...
Confabulando
entre nosotros.
El movimiento
de nuestros pies,
Pendiendo de la
tarde.
Mezclando todo
hasta provocar,
La confesión de
los deseos.
Ilusionándonos
con lo que seríamos.
Y sin
embargo...
Que bello era
el cielo.
Que claras las
mañanas.
Lo simple de
nuestras vidas.
Indiferentes al
lejano fragor de la patria.
Solo las aves
hacia el río.
De vez en
cuando, la inundación.
Y la eterna
rutina del sol.
Si hubiéramos
comprendido lo del tiempo.
Lo habríamos
atado a la vida y no a la muerte.
Sin embargo,
que maravilloso recuerdo.
Que alcanza y
calma este dolor.
Que perceptible
aún tu melancolía.
Y el ritmo de
tu respiración.
Que presiente
amargamente.
Mi ambición
inquebrantable.
Por abandonar
aquel paraíso.