viernes, 26 de diciembre de 2014

Gato en la víspera

Asombrado me ve pasar
Con ojos verdes de piedra mojada
Y esa medialuna negra premonitoria
Bebe su propia imagen
En el agua caritativa y rústica
De un cántaro junto a las rejas
Compensación navideña
por la guarda corrosiva
de la casa en ruinas
Donde comparecemos
Los abandonados de ambos mundos
Me detengo frente a su encierro
Ajenos a la Navidad que nos rodea
Sombras prisioneras, de tienda en tienda
Sedientos de objetos banales.
Cansado me detengo a ver
La armoniosa manera que tiene de beber
Sin la desmesura de este día previo
Ni a la humanidad que pienso
Distante su condición a mis preocupaciones
Atiende el rumoroso abandono de la casa
Con tensos hilos subliminales de sus orejas
A una sombra que despierta entre los árboles
Interrumpe y después
Bebe cuando me alejo

Solitariamente.

lunes, 15 de diciembre de 2014

9 (Suburbial)

La montaña está llena de ojos,
Que nos miran desde las piedras.
Tapizada por sombras oblicuas,
Evolucionan gigantes extintos.
O diminutos seres de leyenda.
Emergen entre senderos y morrenas.
Nadie sabe desde cuando están.
Esos remanentes multicolores,
Repletos de minerales primigenios.
Que les dan vida...
Busco en la flora austera,
Inmensamente perfumada,
En su fauna escurridiza,
Pero no aparece...
La silueta del guanaco,
Rondando las orillas del  río,
Al otro lado del camino,
A tiro de los cazadores.
Si lograra verlo antes de la noche,
Y descifrara sus instintos,
Me quedaría entre los montes,
Custodiando la preservación,
De su inofensiva especie.
Ahora que no tengo nada,
Solo civilización.
Lo imagino cautelosamente bello.
Dueño y prisionero de las alturas.
Resistiendo la invasión.
O demorando su extinción.
Aguarda la bruma,
Para confundirme,
Porque ha de verme,

Como un posible predador.

viernes, 5 de diciembre de 2014

21 (Suburbial)

La veo todos los jueves al atardecer,
Inmóvil y recostada en mi viaje ascendente,
En el occidente de mis pensamientos,
Aparece con sus pechos azules,
Apuntando al cielo,
Donde redimo mis carencias.

A veces me duermo,
Caigo en sus abismos vaginales,
Y cuando despierto ya no está,
O se ha vuelto negra,
Bajo un cielo rojo se ha hundido,
La que digo es mi amante.

Sin embargo,
Sé que está en la noche,
Que renacerá cuando tiemble,
Evolucionando del coito de fuerza brutales,
Que me guía desde sus candiles,
Que vela y ve desde los puestos perdidos,
Y que me llama para que regrese de mis fronteras,

Sé que muero un poco cuando vuelvo.
Y otro más, por lo que dejo...
La inocencia, la compasión,
Todo aquello que me abate.

Lo último que hice sobre la mesa,
La luz apagada sobre su silla predilecta.
Las confesiones frente al espejo.
Lo que mezclé en la cocina,
Y atrajo a los gatos,

Lo que maldije sin que tuviera efectos.
La costumbre por el arrepentimiento,
El arraigo y mi afecto a lo inmaterial.
La ventana abierta al sol de la tarde.
El abrazo que le negué al vencido.
Eso también me mata...
Sé que muero un poco,
Cada vez que vengo.
Es el precio que pago,

Por ser su amante.
11 (Suburbial)

Él, fue hacia el viento de la playa,
Ella, permaneció sobre el brillo de la hierba.
Nadie más en aquel penúltimo paisaje.
Entre ellos y el filo del horizonte...
La hilera de casas blancas y solitarias.
Vaciadas para siempre.
Y el silencio postrero de las bombas.

Una brisa abismal los atravesó mortalmente.
Nada más sobre la tierra, que la soberbia.
Y esas partículas invisibles.
Acometiendo los sueños y la carne.

Se abrazaron por última vez.
Bajo un cielo de nubes deshechas.
Y les cayó encima, infernal e inevitable.
Como una revelación contenida por siglos.

Se vieron como la primera vez.
Profundamente, y se amaron por última vez.
Y lo que advirtieron en ellos, se perdió para siempre.

Porque ya no existía el tiempo.
El recuerdo del mundo se quedó sin memoria.

Y la pregunta final, quedó sin respuesta...

¿Quién verá lo que hemos hecho?