martes, 27 de enero de 2015

Tormenta

Acaba de irse el dolor
Ha dejado un leve rastro ardiente
En las piernas, como recordatorio
De que volverá.
Bajó de la cintura hacia las piernas
-quizás duerma esta noche en mis pies-

Abrí la ventana a la brisa
Que dejó la tormenta vespertina
Y que ahora lagrimea en los cristales
-tal vez por esto cedió-
El dolor acaba de perdonarme
Soy consciente de que es sólo un paréntesis
Que aprovecho para escribirles.

Anoche pensaba en mi derrotero
Huí por aturdimiento
Para construir esta casa de pura soledad
Y ahora pretendo que ella me devuelva
Algunos gestos, un puñado de palabras
-que a su resguardo cedí-
Puse el oído en la ventana
Y a través de las dificultades de la ciudad 
Prodigiosamente
De las barbas del viento
Se fueron desprendiendo las voces amadas

Hasta que me dormí.

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